- Estáte quieta Irina, no me gustaría tener que abusar de mi fuerza... – pero ella ignoró el comentario anterior, continuando con lo que hacía.
Chris golpeó con suavidad en su parte trasera, cubierta sólo por aquellas excitantes bragas negras. La chica miró hacia el suelo incrédula y una gran ‘‘O’’ se formó en sus labios. Dejó de patalear en el pecho de Chris. Se quedó atónita, no reaccionaba.
– Veo que me has entendido - sonrió.
Todo sucedió tan rápido que le llevó un tiempo unir todas las piezas juntas, para lograr entender y asumir de una vez lo que acababa de suceder. No lo consiguió hasta que Chris la dejó en uno de los asientos delanteros de lo que parecía ser su vehículo.
Debió de haber pasado al menos un minuto cuando recobró vida.
Sin saber que hacer, se quedó ahí sentada, moviendo los ojos hacia su alrededor intentando buscar cualquier cosa que pudiera ser un peligro para su vida. Un cuchillo, tal vez. Una bomba. Otra arma. Pero no vio nada de eso. Dejando escapar un suspiro de alivio, la puerta del lado del conductor se abrió, dejando ver como Chris se introducía dentro del vehículo y cerraba la puerta detrás de él.
Si tenía miedo antes, ahora estaba aterrorizada.
Irina aprieta los labios, parece enfadada. Lo mira fijamente, las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos. Chris le echó un último vistazo a la chica
- No me llores, eh... – dijo negando con la cabeza- ¿Confío en que te puedo desenmordazar?
La morena asintió rápidamente. Chris le quitó la mordaza. Irina respiró hondo y profundamente.

Se sonrojó sin saber por qué. Vio el pantalón rasgado, y como de él salía sangre sin cesar.
- Te sangra la pierna... – murmura moviéndose en su asiento, en señal de que la desatara.
- Ya estoy acostumbrado. Esto es solo un rasguño.
- ¿Un rasguño? Quizás hacen falta puntos y todo… - Irina consiguió desatarse las manos y se inclinó, ante la pierna de Chris.
- ¿Eh, qué coño haces? ¿Quieres que tengamos un accidente?
- Cállate – ordenó ella.
Chris por primera vez se sintió dominado contra la oleada de excitación que le produjo aquel tono autoritario. ¿Por qué? Él era el que dominaba a las mujeres, nunca al revés. Y aquella chica lo había hecho callar.
– Con la cantidad de sangre que estas expulsando, la herida tiene que ser profunda.
Le subió el pantalón a Chris, mientras apoyaba la frente en la articulación derecha de él. Hizo presión en el orificio de la herida, para que disminuyera la pérdida de sangre. Se removió en el asiento del coche y apoyó su cabeza en el reposacabezas del asiento. Comenzó a tensarse y en su rostro se expresaba dolor.
Aunque no para todos pareció ser dolor… Un policía los detuvo.
- Bueno, pero que tenemos aquí... – pregunta cuando Chris baja la ventanilla.
Irina sólo pudo cubrir con una especie de paño la herida, provocando que la sangre dejara de brotar poco a poco. Se volvió a incorporar en su asiento.
- Sexo oral en plena carretera – espetó y finalizó el agente.
Chris miró angustiado a Irina, que observaba furioso al agente.
- No, agente, no es lo que parece... – se intentó disculpar la chica.
- Claro, nunca es lo que parece.
El agente la miró, comiéndosela con los ojos; estaba vestida con una simple blusa que transparentaba su bonito sujetador negro de encajes en el borde superior. Chris se percató y le lanzó su chaqueta de cuero. Ella se tapó rápidamente.
Como desearía poder golpearle en la cara ahora mismo.
Después de apretar la mandíbula y dejar pasar este pensamiento, Chris volvió a mirar al policía.
- Agente…
- Nada de peros, ni quejas. – sonrió – espero que haya disfrutado de la mamada, señor…
No sabía cómo llamarlo.
- Chris. Chris Hemsworth – contestó pasándose la mano por el pelo – aunque se equivoca.
- Ya claro… - sonrió de nuevo – por esta vez solo serán ciento sesenta dólares. La chica también va desabrochada - masculló señalándola y levantando una ceja.
Chris recibió de mala gana la multa escrita por el agente.
Encendió de nuevo el motor del vehículo para ponerlo en marcha, pero antes se aseguró de que esta vez Irina se abrochaba.
- Lo siento… - murmuró, preocupada por el gasto – No debí moverme.
- No, no debiste. – respondió Chris, gruñendo – podríamos haber tenido un accidente.
Irina se sorprendió.
- Pero no me refiero a eso… a la multa.
- Por eso no te preocupes. No es nada.
- Si lo es...
- ¿Tienes que tener siempre la última palabra? – pronunció Chris al borde del grito.
Su voz con amargura causó que se detuviera rápidamente y se callara. Chris se fijó en la deliciosa comisura de sus rosados labios. Desearía que el agente hubiera tenido la razón.
Irina se sonrojó. En cambio el moreno no lo estaba, para nada. La acusación de la policía... ¿Y si hubiera sido cierto? Se aferró con fuerza a la chaqueta de Chris. Olía bien, olía a hombre, mezclado con alguna fragancia viril y excitante. Sentía la tensión en el coche cuando empezó a jugar con sus dedos. Se mordió el labio, no tenía que decir nada más, pero no lo pudo evitar. Necesitaba saber que estaba pasando.
- ¿A dónde vamos? – preguntó.
- A mi casa... - contestó mirando por el espejo retrovisor.
- ¿Por qué no me llevas a la mía y olvidamos lo sucedido? – suspiró – Como si no te hubiera visto nunca.
- Nena, eso es imposible. – en su rostro se esbozó una sonrisa letal, y Irina quedó fuera de combate. La ronca voz estremeció la espina dorsal de la chica, produciéndole un delicioso escalofrió – Además, los secuaces de Alex, una de las bandas de una mafia rusa, te estarán buscando ahora que ya has tenido trato con él.
- ¿Por qué? No he hecho nada.
Él frunció sus labios, sus ojos estaban en la carretera y ahora se desviaron a otro carril. Mantuvo su mano derecha sobre la parte inferior del volante, ya que su brazo izquierdo colgaba de la parte superior, metió su mano derecha en el bolsillo de su chaqueta de cuero.
- Tuvieron suficiente con las relaciones que tuviste con Alexander Donovan, para que te involucraran con él. Ahora eres tú a la que buscan. Son así de sádicos... – sacó un paquete de cigarros, abriendo la tapa de arriba mientras deslizaba uno de estos, lo puso entre sus labios y lo encendió. Metió la caja en su bolsillo y con un hilo de voz terminó la frase- los amigos de Alex.
Irina no aguantó mucho más, varias lágrimas resbalaron por rostro.
- No me llores, ya te he dicho que no me gustan las lágrimas – la miró ahora, toda su atención estaba puesta en ella- Conmigo estás a salvo, mi jefe me encomendó que te protegiera e intentara sacar de ti más información sobre la mafia de Donovan. Y así lo haré.
Cada vez estaban más cerca de la propiedad de Chris, así que, antes de que se den cuenta, ya habían llegado. Fue entonces cuando el cuerpo de Irina se estremeció y su cerebro empezó a trabajar. Estaban en una zona de la ciudad desértica, no tenía ni idea de dónde se encontraba.
Chris estacionó su Porsche Panamera en un subterráneo, donde había otro coche de alta gama plateado. Sale y abre la puerta. Irina se había olvidado de todo, incluso de desatarse la cuerda que entrelazaba en sus pies. Chris se agachó y se la desató.
Irina se sonrojó de nuevo al sentir la respiración de la boca de Chris chocando contra su muslo. Pronto la cuerda cayó al suelo.
- Habrá un par de normas – espetó Chris, estricto – No intentarás huir, a no ser que quieras que te maten... – rió – Aunque es prácticamente imposible, el acceso aquí es muy difícil hay muchas armas de protección contra personas ajenas. Esta enorme propiedad es mía, todo lo que tiene me pertenece a mí. – la miró – Ahora tú estás incluida a la lista.
- No te pertenezco – musitó.
- Ahora sí. Estas en mi propiedad, eres de mi propiedad. – la miró – prométeme que por tu seguridad no saldrás de la isla.
Irina agachó la mirada.
- Irina... – la primera vez que decía su nombre.
Su nombre en su voz era tan autoritario y diferente al resto de voces que había puesto en su sonido su nombre; lo hacía parecer suyo, único. Y fue como el mejor de los roces, su piel se erizó.
- Bueno... – murmuró con énfasis en la segunda vocal.
- Irina. – volvió a repetir con más seriedad, centrando su mirada en ella – si te pasa algo yo seré el responsable.
- De acuerdo... - suspiró - ¿Hasta cuándo tendré que quedarme aquí?
- Hasta que atrapemos a los desgraciados que van a por ti. – empezó a caminar hacia una puerta – O los mataran mis compañeros… - la miró sonriendo – o vendrán y me cargaré a los siete secuaces de Donovan, uno por uno.
Irina tuvo otro escalofrío. Chris era un tipo duro, no le importaba matar a la gente.
- ¿Te gusta tu trabajo? – preguntó con expresión preocupada.
- ¿Te refieres a matar a la gente? – entró en el ascensor, cogiendo del brazo a Irina- ¿O a ser un agente secreto?
- A lo primero…
- No, no me gusta matar a la gente. A no ser que seas uno de esos terroristas que siguen matando a gente, aunque les cueste la vida en ello.
Irina observó los limpios trechos de su cara. No era guapo, sino guapísimo. Sus ojos azules intensos y penetrantes, que clavaban la vista al vacío, una nariz recta y unos labios generosos. Chris le pilló la mirada con la suya. Ella agachó la vista enseguida. Él sonrió.
- ¿Qué mirabas? – dijo gracioso. El simple tono de frialdad con la que la trataba antes desapareció.
- Na... nada.
- ¿Te gusto? – preguntó sin más, abriendo los brazos - ¿Te gusta esto, muñeca?
Muy buena la historia Miriam =D Me he quedado enganchada xD
ResponderEliminarSi le enseñas alguna novela al de lengua seguro que te subiría la nota por la parte de literatura xD
PD: Qué pasó con la otra novela?? D:
Me subirá nota si no lo traumatizo. Como lo haga... mal vamos, jajaja
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