
Lo miró a los ojos, intentando recuperar la compostura.
- Ho-hola… ¿Lo puedo ayudar en algo?
- Ajá – dijo con un tono ronco, vacilante. – Quiero hora con la chica nueva, ¿Irina, no? Necesito urgentemente que me trate la espalda.
La secretaria miró en la agenda.
- Bueno… ¿para cuándo la quiere?
- Oh… creo que ahora está… - recorrió con el dedo la agenda. – Si, está libre.
- Entonces ¿puedo pasar ya? – dijo con una espléndida sonrisa que terminó de aturdir a la secretaria.
- Sí, claro, claro… - dijo hundiendo los ojos en los labios de Chris.
- Gracias.
Disimuladamente, colocó una micro-cámara en la parte posterior de la mesa de la secretaria.
Luego se dirigió a la puerta donde ponía ‘‘espere su turno’’. Entró sin avisar, sabiendo que aún era observado por la rubia secretaria.
- Joder... – susurró observando la espalda de Chris.
Irina no se dio cuenta de que alguien había entrado en la clínica. Y a esa hora no venía prácticamente nadie. Así que se había dispuesto a cambiarse.
Chris se encontró en un pasillo, no muy largo. Dedujo que era la primera puerta a la derecha. ‘‘Sra. Blake’’. Chris entró sin llamar a la puerta.
Se encontró con la chica de antes, ahora subiéndose la camisa, dejando ver su plano vientre. Irina se giró, sobresaltada. Chris no pudo evitar quedarse mirándola. Unas curvas perfectamente hechas para que él pasara la lengua. Pechos firmes enfundados en un sujetador grisáceo, de un tono más claro que la camiseta, blanca.
Irina se cubrió con una blanco chaleco.
- ¿Te piensas quedarte mirándome todo el día como un guarro? – le espetó Irina, cabreada y sonrojadísima.
Chris se rió. Además con buen carácter. Eso le ponía.
Irina era buenísima. Al menos con su trabajo, había conseguido que se empalmara con tan solo un pequeño roze de su piel con la suya. Nunca le había pasado algo así. Chris salió del centro después de colocar alguna que otra cámara en lugares claves.
Fue hacia el café en el que había quedado con Megan. Entró y se pidió algo con alcohol, bien frío. Dejó su chaqueta al lado del asiento, mientras esperaba a la camarera o a que llegara Megan, así como él y otros muchos, la llamaban en plena faena.
- Hola, cielo. – alzó la vista. Aquella rubia despampanante era el centro de miradas ahora. Se sentó frente a él.
- ¿Hace mucho que me esperas?
- No, diez minutos. – Chris no expresó nada facialmente. Una fría sonrisa.
- Vale… aquí tienes lo que me dio Conrad para ti. – le pasó un maletín – está todo dentro.
Chris cogió el maletín dando un trago a su bebida y lo dejó al lado de su chaqueta.
- ¿Haces algo esta noche?
Él volvió a dirigir la mirada hacia los penetrantes ojos de Megan. Aquellos ojos marrones, llenos de lujuria. Era una morena natural.
– Creo que me debes más de un favor. ¿Por qué no te pasas por mi casa?
- Bueno… - dijo Chris indiferente – Quizás.
- ¿Quizás? – sonrió ella, inclinándose más hacia él y dejando ver mucho más que solo la entrada de sus pechos. Chris se aclaró la garganta.

– Pasa alrededor de las once. Estaré lista… - se inclinó más para darle un beso en la mejilla. Y le susurró algo en el oído – para ti…
Se levantó y se fue andando con ese juego de caderas que solo una ex-stripper sabría hacer.
Chris dejó el maletín al recibidor de su casa. Abrió su portátil y conectó el programa para las cámaras. Localizó a Irina en una de ellas. Estaba en su despacho, tomando un café. Chris miró a ver qué hora era. Las once de la mañana. Se quitó el jersey sin apartar la vista del portátil. Irina estaba sentada, pero la cámara que había colocado la enfocaba de perfil. Puso el zoom. Tenía los ojos gachos hacia unos papeles. Una nariz perfecta, ni grande ni pequeña. No había maquillaje en exceso. Los labios rozaban el borde de la taza de café. Chris observó los gestos de su boca. En ese momento, como si quisiera seducir a Chris, Irina se relame el labio superior. Chris se acomoda a la butaca delante de la mesa.

- No, joder… otra vez no. – dejó el portátil abierto y se dirigió hacia el baño.
Se quitó los pantalones y los bóxers, junto con las botas y se metió en la ducha fría a intentar bajar aquella erección y de paso, quitar de nuevo a la maldita Selena de su mente.
‘‘Es agua pasada. Ella ya no está. Ella fue un error’’
Se decía a sí mismo. Y no sabía la razón que tenían sus palabras.
Quince minutos. Quince minutos y ya estaba. Se enroscó una toalla alrededor de la cintura y salió del baño a buscar ropa limpia. Cuando pisó el suelo del salón escuchó un ruido en la cocina. Se ató la toalla como pudo y cogió su Calibre 32 de debajo de uno de los cuadros, donde guardaba alguna que otra arma de las que no abultaban mucho, claro.
- Las manos donde las vea. – dijo encendiendo la luz de la cocina de su casa. – Megan… ¿Qué haces? – dijo arqueando una ceja.
Ella lo miró de arriba abajo.
- Mmh… no podía esperar hasta las once. – cogió una cerveza de la nevera de Chris– con tu permiso…
- Claro… - gruñó Chris, dejando la pistola en la encimera de su casa. - ¿Cómo has entrado?
- Te recuerdo que trabajo contigo y soy experta en meterme en casas ajenas. – se sacó un imperdible de la nuca. – Ha sido fácil.
- Tendré que poner más seguridad – en ese momento, se le resvaló la toalla, dejando ver la entrada de su parte baja o dicho de otra forma, su definida ‘‘V’’.
- Joder. – Megan dejó la cerveza en la encimera – Chris, cada vez me sorprendes más.
Él no se inmutó. Tampoco se avergonzó. Sabía lo que tenía, y sabía lo que el zorrón de la empresa quería. Hacía meses que Megan le iba detrás. Era una mujer que cualquiera desearía, y con lo caliente que le había puesto Irina, nadie terminaba perdiendo nada. Sonrió. Cogió la toalla lentamente y se la volvió a colocar.
- ¿Y qué querías?
- Mi recompensa. – dijo acercándose – y para dármela no necesitas esto… - volvió a dejar caer la toalla, esta vez dejándola en el suelo y empezó a tocar a Chris.
Él no apartó la mirada de sus ojos negros. Estaba duro y necesitaba follar.
• POV'S IRINA
- Irina... – Arianna la llamó por enésima vez por el telefonillo de la oficina – Alex vuelve a estar aquí… trae bombones.
- Irina... – Arianna la llamó por enésima vez por el telefonillo de la oficina – Alex vuelve a estar aquí… trae bombones.
- Ahora no lo puedo atender, estoy con otro cliente.
- Ha entrado… ya está por el pasillo.
- ¡Joder! – fue hacia la sala donde yacía el chico – un minuto, Aarón, vuelvo enseguida. – el joven asintió desde su asiento, con una mano encima de la pierna y la otra alrededor de la barbilla y con el dedo índice cruzándole los labios. Irina salió, muy enfadada.

- De acuerdo. – Alex tiró la caja de bombones, a lo bestia, y recargó su revólver. – Si no puedo convencerte por las buenas... – Le tapó la boca y la nariz con un trapo, y Irina enseguida cayó rendida, anestesiada, en brazos de Alexander. – Lo harás por las malas.
La cargó en su hombro y se la llevó hacia afuera. Apuntó a Arianna con una pistola.
Azucareraaa! te superas en cada cap e.e
ResponderEliminarGraaaacias, es lo que intento ☺
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