Chris se despertó sin más. Aún no entendía cómo los extremos de la cama no se habían roto después de la cabalgata que le había dado a Megan. Por lo menos él se había podido desahogar, y ella se había corrido como mínimo seis veces.
Fue a buscar algo para beber, una cerveza, champagne frío... Cuando vio el portátil.
Ya eran las cinco menos cuarto de la tarde y el establecimiento debería estar abierto. En cambio, había policías por todos lados. La rubia secretaria de la mañana anterior lloraba desconsolada, hablando con un inspector.
- ¡Joder! - no veía a Irina por ningún sitio.
Ella era la involucrada, le había pasado algo. Y por una puta distracción, la había perdido. No podía dejar que la policía se encargara de ese caso. Se acomodó en la silla y echó la cámara un par de horas atrás. Vio que Alexander estaba allí de nuevo.
- Te tengo. - murmuró sonriendo y dando un trago a su bebida- Se dónde vives Alexander, te vas a cagar- dijo para sí mismo.
Megan lo rodeó por detrás.
- Vuelve a la cama conmigo... - dijo dejándole un rastro de besos por el hombro- Venga.
- No, tengo trabajo- Chirs se puso los pantalones y el jersey.
Volvió a coger las botas y una Ak 47 que guardaba en su almacén privado.
- Chris...
- Te he dicho que no. Métete los dedos o busca a otro de la oficina. - ladró Chris- tengo trabajo, y si Irina muere, será por mi culpa... por distraerme. Así que me voy.
Salió dando un portazo dejó a la excitante morena en medio de su salón, desnuda.
- ¡Mierda! - murmuró.
El primer zumbido del teléfono aún no había expirado y ya lo sostenía en la mano. “63057...” aparecía en la pantalla.
- Estáte alerta, no lo he podido detener. - cerró el móvil, sin el menor rastro de sentido del humor en su sonrisa y sin esperar respuesta alguna- Chris... que pena que no hayamos podido disfrutar más... eres demasiado bueno para terminar muriendo de esta manera tan ordinaria...
Esboza una sonrisa y se encaminó hacia la habitación de Chris a toda prisa, desesperada por escapar. Tenía que salir de ahí.
- ¿Dónde te escondes, hijo de puta? - dijo tirando la puerta al suelo- Alexander, sal si no quieres que te despelleje vivo.
Se escucharon unos tiros casi rozando su sien. Chris se aproximó hacia una pared, estando protegido por ésta. Sus ojos se adaptaron a la poca oscuridad.
- Sabes de lo que soy capaz, idiota. Dame a la chica y nadie saldrá herido.
Aunque eso no se lo creía ni él.
- Deja que me lo piense... - una voz oscura salió de las sombras, aunque eso era lo único que Chris quería: que hablara.
Lo había localizado, y Irina no estaba con él.
- Demasiado tarde.
Apuntó con su Ak 47 hacia el lugar dónde se escondía Alexander, apretó el percutor del arma, disparando sin cesar. Después, silencio. ¿Tan rápido? Chris se levantó lentamente y se acercó donde estaba el cuerpo tendido de Alex. Lo movió con el pie. Pronto, un dolor agudo, se apoderó de su pierna. Alex le había clavado un puñal.
- Muérete, cabrón - Chris le disparó a carne viva- No valía hacerse el muerto... - rió, asegurándose de que Alex ahora si estaba completamente muerto.
Se agachó para quitarse el puñal que le había clavado en la pierna derecha.
- Ah... - gimió - gilipollas, otra cicatriz por tu culpa.
Pulso el interruptor y las luces le cegaron. Parpadeó varias veces, atolondrado y desconcertado, acostumbrándose con rapidez al resplandor que producían los 3 focos de la lámpara. Cada foco regulaba individualmente, para orientar a la luz en distintas direcciones.
Una escalera de caracol de elegante diseño, captó su atención. Subió con presteza, con precaución de no encontrarse con algún conjunto de delincuentes que vivieran al margen de la ley, como Alexander.
Tiró la primera puerta al suelo. Nadie, nada.
- Mmmh... - se escuchó un gemido.
Se dirigió hacia la habitación donde provenía. Abrió la puerta y encontró lo que quería, a Irina. Su blusa blanca de manga larga con los puños abotonados y cuello camisero cubría su escote, dejando ver nada más que la entrada. Unas bragas con corte hipster en un tonos oscuros y con costura plana que proporcionaba un ajuste perfecto, cubría su feminidad.
Estaba atada en una sede y amordazada.
- Oh, no. - Chris sonrió, negando con la cabeza- Alexander no sabe que esto no se le hace a una mujer.
Desabrochó la mordaza de Irina.
- ¡Desátame! - es lo primero que dijo- ¿Quién eres? Espera... yo te conozco.
Chris alzó una ceja, divertido.
- Esta mañana te he atendido... ¡Joder, estoy rodeada de locos!
- Muñeca, cállate si no quieres que te amordace de nuevo. Yo soy de los buenos.
- Ya claro, ¿y cómo lo sé yo, eso? Pensaba que Alexand... - no tuvo tiempo de terminar, pues Chris la amordazó de nuevo. La desató de la silla pero no le desató las manos ni los pies.
- Estás más guapa quieta y callada. - la cargó en su fuerte hombro hasta su Porsche Panamera Negro.
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