28/12/13

Chapter 6: ACCEPT IT AND KEEP ON GOING.







Irina no pudo evitar morderse un labio.

- Me deseas – sonrió Chris– Deseas mi cuerpo, ¿verdad?
Chris era un creído. Un creído con el cuerpo de un Dios griego y la cara de ángel.
Se abren las puertas y la chica sale a toda prisa, desesperada por escapar. Chris no pudo evitar mirarle mientras caminaba hacia la salida. Tenía que salir de ahí. Cuando se tropezó con alguien.

- Perdón – murmura, aun con la imagen de Chris abduciendo su mente.

Levantó la vista avergonzaba y se encaró con la perfección en persona. Notó cómo la boca se me abrió lentamente y cómo los ojos le destellaron de encanto.

Un joven delgado pero fornido con una camiseta blanca, revestido de una excitante piel coloreada por un bronceado natural y de cabello castaño, un poco alborotado se situaba delante de ella.

- Vaya... - le sonrió, mostrándole la perfecta hilera de dientes blancos, deslumbrándola- Perdóname a mí, nena...- Irina bajó la cabeza para ocultar el traicionero rubor de sus mejillas.

Se atrevió a levantar la vista para mirarle de nuevo, era dueño de unos bellos ojos azules donde parecía que el mismísimo Picasso había creado una obra de arte en diferentes tonos de azul.

- Bueno, ya, ya... - Chris se puso entre medio- Él es Zac, un compañero mío, el cual me debe una muy gorda...- se quedó en silencio durante unos segundos. Clava su mirada en la de la chica- Y ella es Irina.

- ¿La de Donovan? – pregunta ahora sin el menor rastro de sentido del humor en su sonrisa.

- No tengo nada que ver con Alexander – Irina, puso los ojos en blanco ante su pregunta.



Tenía enfrente a un hombre salido del propio infierno y a otro caído del cielo. Los dos supuestos agentes de la misma agencia, con habilidades y fuerza bruta.

Zac se la quedó mirando, descaradamente.
- Alex se habrá puesto las botas – musitó centrando sus ojos en sus muslos desnudos.

- Zac... – le contesta Chris en un tono serio, neutro – ella dice que no ha tenido ninguna relación con Alexander.

- Vaya desperdicio – sonrió relamiéndose.

- ¡Llévame a mi casa!

Irina se recogió el pelo hacia un lado. La cremallera de la cazadora de Chris, se deslizó hacia abajo, dejando ver sus pechos cubiertos por el sujetador negro. Los dos hombres se la quedaron mirando.

Era un peligro, un verdadero peligro. Dos hombres que rebosaban de testosterona, con una sola chica encerrada en una casa.

- Será mejor que te calmes.

- ¿Tienes ducha? - preguntó, dejando escapar un suspiro.

- ¿Por quién me tomas? Por tener tengo hasta piscina – masculló Chris– Primera puerta a la izquierda. Ahora te llevaré las toallas y algo de ropa... - Irina miró el rostro de Chris, tan sensual como siempre- Con el cuerpo que tienes mi ropa le irá grande... Tendré que comprarte algo, aun no sabemos el tiempo que te pasaras aquí.
Irina se volvió a morder el labio, asintiendo levemente con la cabeza. Se encaminó hacia la ducha, lanzándole la cazadora a su propietario. Dejando ver un trasero deseable y unas buenas piernas, moviendo las caderas. Chris parece sorprendido, incluso nervioso. Esto le ponía, aquella chica lo excitaba, más de lo que pudiera llegar a pensar.
Chris fue a coger una de sus camisas viejas. También cogió unos pantalones cortos, aunque a Irina le irían como unos piratas. Una toalla de cuerpo.

- ¿Una ducha en medio de toda esta mierda? Eso es lo último que me gustaría hacer a mí en estos momentos de...

Abrió la puerta del baño, sabiendo que Irina ya estaba dentro de la ducha, con el agua tibia recorriendo su cuerpo. Chris pensó que no le importaba, había visto muchas, por no decir demasiadas, chicas desnudas en toda su vida, y ya no le sorprendía nada. O eso es lo que pensaba él antes de entrar en el cuarto de baño.

- Te lo dejo aquí. – dijo dejándolo encima del lavabo.

- Vale... - la voz de Irina parecía tan relajada y excitante que Chris no pudo evitar sonreír.

Levantó la tapa del váter, se bajó la bragueta del pantalón y se dispuso a orinar. Cuando Irina lo escuchó, deslizó la mampara opaca hacia la derecha y asomó la cabeza.

- ¿Qué haces? – quiso saber, molesta.

- ¿Orinando? – contestó con énfasis, y dejándoselo ver todo.

- Joder, no podrías esperar...

- ¿Y me meo encima, guapa? - Irina se ruborizó.

Sin querer discutir más se metió de nuevo, ocultándose tras la mampara. Chris se dispuso a salir, pero observó que la mampara de la ducha no cubría del todo, había un sitio que no cubría. Se apoyó en la puerta y observó a Irina enjabonándose. Estaba agachada, con todo su hermoso tresero desnudo a la vista. Chris no apartó la vista de ella.
Resiguió la mirada, por su estrecha espalda, por las torneadas piernas. Todo brillante por el agua. Jodidamente excitante, más que una película porno de Jenna Jameson. Irina se incorporó de nuevo. Echó champú en sus manos y empezó a frotarse el pelo.


- Joder... - masculló el moreno fijándose en su plano vientre, subiendo la vista hasta su rostro.

Chris sintió algo que nunca había sentido. Nunca lo había puesto, ni gustado tanto ver una mujer desnuda, y más, sin hacer siquiera nada. Su pene empezó a latir con brutalidad, se endureció contra los pantalones. Quería liberarlo, quería quitarse la ropa, meterse en su bañera con esa chica protegida y follarla sin compasión. Antes de hacer una locura semejante, Chris se retiró, ajustando la puerta, dejando que Irina se duchara tranquila. Ahora el problema era como iba a bajar aquella enorme erección, si lo que más le confortaría es que Irina se abriera de piernas para él, y solo para él, y dejara que se desahogara en sus entrañas, mientras ella gritaba su nombre una y otra vez, gozando como nunca, mientras él se hundía completamente en su torneado cuerpo.

- ¿Qué te pasa? – Zac rió al verlo tan agitado.

Chris suelta un jadeo ahogado en señal de respuesta. Siempre se lo contaban todo, hasta las aventuras con las tías.

- Hace mucho, mucho tiempo que no te veo ruborizado, amigo. – el rió aun más, cómo si su estado resultara graciosa.

- Hasta yo me sorprendo a mi mismo... – Chris meneó la cabeza para que se le fuera la tontería.

- ¿Entonces? ¿Has visto a una modelo de Victoria's Secret desnuda o algo así?

- Lo que he visto le da mil vueltas a esas modelos. – Chris le regaló una sonrisa de autosuficiencia mostrándome todos esos dientes blancos de tamaño mediano.

- No puede ser. - giró la cabeza, incrédulo.

- Asómate por la puerta del baño y lo compruebas tú mismo. – le sugirió.

- ¿Espiando a tu huésped?

- No es mi huéspeda, es un caso…

- Da igual… ¿te pone, eh? No está mal.

- ¿Qué no está mal? – espetó– Bueno, dejemos el tema…

- ¿Qué pasa? Siempre te gusta opinar sobre las chicas conmigo.

- Lo sé, pero no... - se quedó a la mitad de la frase, pero tuvo ánimo para terminar- de clientas, casos o testigos.

- Temes que pase lo mismo que pasó con Selena... – no fue una pregunta, fue una afirmación. Chris optó por no decir nada, eso mismo lo delató – No tiene por qué...

- Desde entonces... - suspiró, como si de pronto volviera a ver el recuerdo nítido en su mente y se perdiera en él, entonces le miró- he aprendido la lección, nada de acostarse con el trabajo.

- Tomate un descanso – musitó sin mirar el rostro de Chris- Lo necesitas. Y si no lo haces tú... – le sonrió– pronto me veras a mi entre sus piernas.
Zac se levantó, dándole una sonrisa y apresuró el paso hasta su habitación. Irina, apareció tras la reciente salida. Con su largo pelo húmedo, y con el jersey de Chris que le llegaba por encima de las rodillas.

- ¿Qué tal la ducha? – se atrevió a preguntar.

- Muy, muy bien... – contestó estirándose y mostrando algo más del muslo – Ahora estoy más calmada.
Pues, si supieras que tenso estoy yo, muñeca...
- ¿Tienes algo para beber?
Chris arqueó una ceja.

- Acabas de llegar aquí y, ¿ya pidiendo? – masculló.

Sus ojos azules brillan con altivo. Mierda, mierda. ¿Qué pretende? Se relame los labios. Su boca le… le desconcentra. Irina tragó saliva.

- Tengo sed... – ahora, tenía el rostro de una niña inocente- Y sé que no me quieres aquí. Es solo por tu… trabajo. Solo tienes que meterme en tu precioso coche y devolverme a la ciudad- al decir eso, algo se removió dentro de ella, algo que le hacía estar confundida. Ese tipo de confusión cuando no te explicas, el porqué las cosas que haces o dices.

 

- No haré eso. ¿Para qué? ¿Para que te maten? – emitió una sádica sonrisa – Entonces no cobraría por este caso.
Irina suspiró y se dirigió hacia la nevera.

- Te importo solo por el dinero ¿Cierto?
 



- No sabes el dinero que gano en mi trabajo, por algo tengo todo esto... – abrió los brazos – Y si tengo protegida a una chica como tu... - puso los ojos en blanco – Además, arriesgo también mi vida en este trabajo.

- Es lo que tú elegiste.
Chris la miró serio. Mal, frío, como él era. Nada de sentimientos, nunca.

- ¿Tienes que tener siempre la última palabra? – preguntó retóricamente.

- Si. – le contestó, enfadándolo, dando un trago a un zumo de naranja. Chris observó cómo se relamía los deseables labios.

Chapter 5: FUCK THE POLICE.









Irina intentaba dar patadas, pero Chris la tenía cogida por los muslos, encima de su hombro.

- Estáte quieta Irina, no me gustaría tener que abusar de mi fuerza... – pero ella ignoró el comentario anterior, continuando con lo que hacía.
Chris golpeó con suavidad en su parte trasera, cubierta sólo por aquellas excitantes bragas negras. La chica miró hacia el suelo incrédula y una gran ‘‘O’’ se formó en sus labios. Dejó de patalear en el pecho de Chris. Se quedó atónita, no reaccionaba.

Veo que me has entendido - sonrió.

Todo sucedió tan rápido que le llevó un tiempo unir todas las piezas juntas, para lograr entender y asumir de una vez lo que acababa de suceder. No lo consiguió hasta que Chris la dejó en uno de los asientos delanteros de lo que parecía ser su vehículo.
Debió de haber pasado al menos un minuto cuando recobró vida.
Sin saber que hacer, se quedó ahí sentada, moviendo los ojos hacia su alrededor intentando buscar cualquier cosa que pudiera ser un peligro para su vida. Un cuchillo, tal vez. Una bomba. Otra arma. Pero no vio nada de eso. Dejando escapar un suspiro de alivio, la puerta del lado del conductor se abrió, dejando ver como Chris se introducía dentro del vehículo y cerraba la puerta detrás de él.

Si tenía miedo antes, ahora estaba aterrorizada.

Irina aprieta los labios, parece enfadada. Lo mira fijamente, las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos. Chris le echó un último vistazo a la chica

- No me llores, eh... – dijo negando con la cabeza- ¿Confío en que te puedo desenmordazar?

La morena asintió rápidamente. Chris le quitó la mordaza. Irina respiró hondo y profundamente.

Chris arrancó el coche, sin una simple sonrisa, ni siquiera una tierna mirada. Frío, como él sabía ser. Irina lo observó. La chaqueta de cuero le daba un aire erótico, arropado a sus perfectos y definidos brazos, igual que ese jersey negro en sus abdominales. Los pantalones, ni estrechos ni anchos daban mucho a la imaginación, aunque ella ya sabía el par de piernas que escondían. Y las botas a lo militar, terminaban de rematar la virilidad de aquel personaje.

Se sonrojó sin saber por qué. Vio el pantalón rasgado, y como de él salía sangre sin cesar.

- Te sangra la pierna... – murmura moviéndose en su asiento, en señal de que la desatara.

- Ya estoy acostumbrado. Esto es solo un rasguño.

- ¿Un rasguño? Quizás hacen falta puntos y todo… - Irina consiguió desatarse las manos y se inclinó, ante la pierna de Chris.

- ¿Eh, qué coño haces? ¿Quieres que tengamos un accidente?

- Cállate – ordenó ella.
Chris por primera vez se sintió dominado contra la oleada de excitación que le produjo aquel tono autoritario. ¿Por qué? Él era el que dominaba a las mujeres, nunca al revés. Y aquella chica lo había hecho callar.

Con la cantidad de sangre que estas expulsando, la herida tiene que ser profunda.

Le subió el pantalón a Chris, mientras apoyaba la frente en la articulación derecha de él. Hizo presión en el orificio de la herida, para que disminuyera la pérdida de sangre. Se removió en el asiento del coche y apoyó su cabeza en el reposacabezas del asiento. Comenzó a tensarse y en su rostro se expresaba dolor.

Aunque no para todos pareció ser dolor… Un policía los detuvo.

- Bueno, pero que tenemos aquí... – pregunta cuando Chris baja la ventanilla.

Irina sólo pudo cubrir con una especie de paño la herida, provocando que la sangre dejara de brotar poco a poco. Se volvió a incorporar en su asiento.

- Sexo oral en plena carretera – espetó y finalizó el agente.

Chris miró angustiado a Irina, que observaba furioso al agente.

- No, agente, no es lo que parece... – se intentó disculpar la chica.

- Claro, nunca es lo que parece.

El agente la miró, comiéndosela con los ojos; estaba vestida con una simple blusa que transparentaba su bonito sujetador negro de encajes en el borde superior. Chris se percató y le lanzó su chaqueta de cuero. Ella se tapó rápidamente.

Como desearía poder golpearle en la cara ahora mismo.

Después de apretar la mandíbula y dejar pasar este pensamiento, Chris volvió a mirar al policía.

- Agente…

- Nada de peros, ni quejas. – sonrió – espero que haya disfrutado de la mamada, señor…

No sabía cómo llamarlo.

- Chris. Chris Hemsworth – contestó pasándose la mano por el pelo – aunque se equivoca.

- Ya claro… - sonrió de nuevo – por esta vez solo serán ciento sesenta dólares. La chica también va desabrochada - masculló señalándola y levantando una ceja.
Chris recibió de mala gana la multa escrita por el agente.

Encendió de nuevo el motor del vehículo para ponerlo en marcha, pero antes se aseguró de que esta vez Irina se abrochaba.

- Lo siento… - murmuró, preocupada por el gasto – No debí moverme.

- No, no debiste. – respondió Chris, gruñendo – podríamos haber tenido un accidente.

Irina se sorprendió.

- Pero no me refiero a eso… a la multa.

- Por eso no te preocupes. No es nada.

- Si lo es...

- ¿Tienes que tener siempre la última palabra? – pronunció Chris al borde del grito.

Su voz con amargura causó que se detuviera rápidamente y se callara. Chris se fijó en la deliciosa comisura de sus rosados labios. Desearía que el agente hubiera tenido la razón.

Irina se sonrojó. En cambio el moreno no lo estaba, para nada. La acusación de la policía... ¿Y si hubiera sido cierto? Se aferró con fuerza a la chaqueta de Chris. Olía bien, olía a hombre, mezclado con alguna fragancia viril y excitante. Sentía la tensión en el coche cuando empezó a jugar con sus dedos. Se mordió el labio, no tenía que decir nada más, pero no lo pudo evitar. Necesitaba saber que estaba pasando.

- ¿A dónde vamos? – preguntó.

- A mi casa... - contestó mirando por el espejo retrovisor.

- ¿Por qué no me llevas a la mía y olvidamos lo sucedido? – suspiró – Como si no te hubiera visto nunca.

- Nena, eso es imposible. – en su rostro se esbozó una sonrisa letal, y Irina quedó fuera de combate. La ronca voz estremeció la espina dorsal de la chica, produciéndole un delicioso escalofrió – Además, los secuaces de Alex, una de las bandas de una mafia rusa, te estarán buscando ahora que ya has tenido trato con él.

- ¿Por qué? No he hecho nada.

Él frunció sus labios, sus ojos estaban en la carretera y ahora se desviaron a otro carril. Mantuvo su mano derecha sobre la parte inferior del volante, ya que su brazo izquierdo colgaba de la parte superior, metió su mano derecha en el bolsillo de su chaqueta de cuero.

- Tuvieron suficiente con las relaciones que tuviste con Alexander Donovan, para que te involucraran con él. Ahora eres tú a la que buscan. Son así de sádicos... – sacó un paquete de cigarros, abriendo la tapa de arriba mientras deslizaba uno de estos, lo puso entre sus labios y lo encendió. Metió la caja en su bolsillo y con un hilo de voz terminó la frase- los amigos de Alex.

Irina no aguantó mucho más, varias lágrimas resbalaron por rostro.

- No me llores, ya te he dicho que no me gustan las lágrimas – la miró ahora, toda su atención estaba puesta en ella- Conmigo estás a salvo, mi jefe me encomendó que te protegiera e intentara sacar de ti más información sobre la mafia de Donovan. Y así lo haré.

Cada vez estaban más cerca de la propiedad de Chris, así que, antes de que se den cuenta, ya habían llegado. Fue entonces cuando el cuerpo de Irina se estremeció y su cerebro empezó a trabajar. Estaban en una zona de la ciudad desértica, no tenía ni idea de dónde se encontraba.

Chris estacionó su Porsche Panamera en un subterráneo, donde había otro coche de alta gama plateado. Sale y abre la puerta. Irina se había olvidado de todo, incluso de desatarse la cuerda que entrelazaba en sus pies. Chris se agachó y se la desató.

Irina se sonrojó de nuevo al sentir la respiración de la boca de Chris chocando contra su muslo. Pronto la cuerda cayó al suelo.

- Habrá un par de normas – espetó Chris, estricto – No intentarás huir, a no ser que quieras que te maten... – rió – Aunque es prácticamente imposible, el acceso aquí es muy difícil hay muchas armas de protección contra personas ajenas. Esta enorme propiedad es mía, todo lo que tiene me pertenece a mí. – la miró – Ahora tú estás incluida a la lista.

- No te pertenezco – musitó.

- Ahora sí. Estas en mi propiedad, eres de mi propiedad. – la miró – prométeme que por tu seguridad no saldrás de la isla.

Irina agachó la mirada.

- Irina... – la primera vez que decía su nombre.

Su nombre en su voz era tan autoritario y diferente al resto de voces que había puesto en su sonido su nombre; lo hacía parecer suyo, único. Y fue como el mejor de los roces, su piel se erizó.

- Bueno... – murmuró con énfasis en la segunda vocal.

- Irina. – volvió a repetir con más seriedad, centrando su mirada en ella – si te pasa algo yo seré el responsable.

- De acuerdo... - suspiró - ¿Hasta cuándo tendré que quedarme aquí?

- Hasta que atrapemos a los desgraciados que van a por ti. – empezó a caminar hacia una puerta – O los mataran mis compañeros… - la miró sonriendo – o vendrán y me cargaré a los siete secuaces de Donovan, uno por uno.

Irina tuvo otro escalofrío. Chris era un tipo duro, no le importaba matar a la gente.

- ¿Te gusta tu trabajo? – preguntó con expresión preocupada.

- ¿Te refieres a matar a la gente? – entró en el ascensor, cogiendo del brazo a Irina- ¿O a ser un agente secreto?

- A lo primero…

- No, no me gusta matar a la gente. A no ser que seas uno de esos terroristas que siguen matando a gente, aunque les cueste la vida en ello.

Irina observó los limpios trechos de su cara. No era guapo, sino guapísimo. Sus ojos azules intensos y penetrantes, que clavaban la vista al vacío, una nariz recta y unos labios generosos. Chris le pilló la mirada con la suya. Ella agachó la vista enseguida. Él sonrió.

- ¿Qué mirabas? – dijo gracioso. El simple tono de frialdad con la que la trataba antes desapareció.

- Na... nada.

- ¿Te gusto? – preguntó sin más, abriendo los brazos - ¿Te gusta esto, muñeca?