2/1/14

Chapter 7: I'D LOOK GOOD ON YOU.








- Eh...- murmuró Chris acomodándose los pantalones.

- ¿Por casualidad... - preguntó volteándose hacia él de nuevo – no tendrás algo de lencería, maquillaje... o algo para mí?

¿Algo para ti? Ven, bájame los pantalones, y verás lo que tengo para ti, pequeña.

- ¿Me ves con cara de coleccionar las bragas de las tías que me tiro? – contestó Chris dando un trago de su cerveza. Y reprendió – para luego dejárselas a las mujeres que yo mismo protejo. O bueno, también exceptuando a los contados homosexuales que también me piden lencería de mujer.

- ¿Tienes que ser tan arrogante conmigo? – musitó ella, negando con la cabeza. Chris la ladeó, afirmando su pregunta.

Vete a la mierda. – le dijo sin más – Eres tu quien me ha traído aquí. Por lo menos podrías tratarme mejor.

- Guapa, yo solo se tratar bien a las mujeres en un sitio, y ese es en la cama. – sonrió – si quieres... te trato bien.

- Encima guarro.

- ¿Guarro? No, por dios. Realista. – la miró descaradamente – mírate, tu cuerpo me pide que me lo coma. Vas provocando como una cualquiera. – le espetó sin remordimientos - ¿Por qué no te has puesto los pantalones?

- Porque me quedan enormes. 

- Mira por donde... ¿Y qué llevas debajo, eh? – preguntaba con una leve sonrisa, sabiendo la respuesta.

Irina inclina la cabeza hacia abajo para esconder su recurrente sonrojo. ¿Era necesario pegarle una bofetada para que reaccionara? Si, quizá sí; pero sólo se limitó a sacudir ligeramente la cabeza.


- Nada...

- Eso afirma lo que digo.

- No soy una cualquiera, no voy provocando y no es culpa mía si sólo se te ocurre dejarme ropa que me van cuatro tallas mayores.

- Guapa, es lo único que tengo aquí... – la perfecta mueca de Chris le hizo reír. No le cabía duda de que algún día el soberbio rostro de Chris apareciera en carteles y revistas de moda de todo el mundo. Pusiera la cara que pusiera, era guapísimo.

- ¿Tienes la cena hecha? – preguntó, simpática de nuevo, a pesar de todo – es tarde, ¿no tienes hambre? Puedo preparar algo...

Chris sonrió. Vaya, una perfecta sonrisa era enmarcada por unos labios aparentemente suaves y rosados; aquello era lo más bello que había visto Irina desde lo que había llegado a esta casa. Y era la primera vez que le muestra una deslumbrante, descontrolada, natural y hermosa sonrisa mostrando los dientes.

- Haz lo que quieras, pero seguro que será mucho mejor que la comida de Zac.
Chris se dirige a paso tranquilo hacia la cocina y se apoya junto a la barra. Observa cómo Irina saca dos grandes platos blancos de un armario y coloca uno delante de él. Se agachó, haciendo que el jersey subiera, dejando ver mucho más que el muslo. No había manera de que la erección de Chris bajara y él para nada la ocultaba. Irina no se había fijado. Abre un cajón, saca tres manteles individuales negros y los coloca en la barra. Cuando se vuelve, Chris clava sus ardientes ojos marrones en ella. Coge un par de sartenes y las deja encima de la placa para mantenerlas calientes.

- ¿Vas a estar mirándome todo el rato? – le dice enrojeciendose de nuevo.

Sonríe.

- ¿Te molesta?

- Podrías hacer otra cosa... - murmura-  No sé que miras tanto. – sus labios se arrugan formando una media sonrisa y le mira fijamente.

Al momento, Chris esta a su lado. Le pasó por detrás, rodeándola suavemente. Irina olió su seductora fragancia, mezclada con su propio olor. Sintió el roce de algo, precisamente en su parte trasera. Frunce el ceño. ¿Qué coño es eso? En un instante, Chris se separa para lavar con agua caliente una de las tablas para cortar, justamente a su lado. Irina miró discretamente hacia abajo. Una erección... Es enorme, cada vez más. ¿Chris está duro? Era más que evidente, durísimo.

Levanta los ojos un momento y observa su sonrisa perversa. Le divierte su expresión atónita. Se da cuenta de que está fijamente su miembro. Trago saliva.

- ¿Tanto te avergüenza saber que me excitas? – preguntó, como si fuera la cosa más normal del mundo.

- No... no es eso – mintió.

- ¿Es que te sorprende el tamaño? – se atreve a preguntarle con la voz ronca, aunque divertida.

Se giró avergonzada y se encaró con la perfección en persona. Estaba excitada. Chris era guapísimo, tenía el cuerpo que cualquier chicas, por muy pura que fuera, desearía tocar...
Y ahora, el tamaño de su maldita erección, creada por ella.

Chris se acercó a ella despacio. Le rodeó con uno de sus brazos por la cintura. Está muy seguro de sí mismo, muy sexy, y le brillaban los ojos.

El corazón se le dispara y la sangre le bombea por todo el cuerpo. No tenía experiencia con esto, no tenía experiencia con los hombres. El deseo, un deseo caliente e intenso, le invade el vientre. Chris se detiene frente a ella y le mira a los ojos. Joder, esta tan sexy...

- Hueles tan fuerte... - le dice Chris en voz baja, acariciando su cuello con la boca – Prometí no volver a tener relaciones con el trabajo, pero tú eres pura tentación.

La apretó contra su erección. Gime y no pudo apartar los ojos de su boca.

- Joder... - murmura- Puedo notar lo caliente que estas... Hueles tan bien... - le susurra mirándola a los ojos – Déjame probarte... lo necesito.

Parece que a Irina se le corta la respiración. No puede apartar sus ojos de los suyos. Chris la agarró de los muslo, sin pensar. No, ya no... ¿Pensar? ¿Qué es eso? Se había esfumado de su cerebro. ¿La vista? La tenía nublada. Lujuria, lujuria. Olía tan bien, a chica, a chica excitada. Y eso lo enloquecía. Se inclinó, le besa la parte inferior del cuello y va subiendo, sin dejar de besarla, hasta la boca. Irina intentó zafarse de su brutal brazo.

- Chris... Chris, por favor... - contesta con la voz ronca, tan empapada de deseo que apenas se reconoce ella misma.

Sus labios exigentes, firmes y lentos se acoplan a los de ella, metiendo la lengua, descubriendo su boca, ofreciéndole su saliva. Y sabían bien, joder si sabía bien. Su beso exigente, su lengua y sus labios, persuasivos. Gime y su lengua indecisa se encuentra con la suya. Le rodea con sus brazos, le acerca su cuerpo y le aprieta muy fuerte. Una mano sigue en su muslo, y la otra le recorre la columna hasta la cintura y sigue avanzando, sigue la curva de su trasero y le empuja suavemente contra sus caderas. Siente de nuevo su erección, que empuja lánguidamente contra su cuerpo. Lo volvía loco, nunca le había pasado, pero aquello se había convertido en una droga en poco tiempo. ¿Qué sería de él si tenía que tenerla todo un mes en su casa? Y aun no la había probado. Parecía que no hubiera follado desde hacía meses, pero aquel mismo día había fornicado al menos cinco veces, a pesar de que él apenas llegó al orgasmos una vez. Aquello era anormal... Esta chica lo hipnotizaba, le dominaba como no lo había hecho antes ninguna mujer.

El grito de Irina lo sacó de repente de la nube de lujuria en la que se encontraba. La mira, ahora con la mente clara. Le había hecho daño, en sus ojos había lágrimas. La había agarrado demasiado fuerte, sin pensar en la sensibilidad. ¿Sensibilidad? Él no entendía de eso, pero si sabía que no debía hacerle daño a una mujer en este caso. Ella debía gozar, y Irina no lo estaba haciendo. Se separó un poco.

- Lo... lo siento. – le susurra con voz ronca, demasiado baja. Se mira los pies, incómodo.
Es raro que Chris pida perdón, pocas veces lo hace.

- No pasa nada...

- Si, si pasa – levanta los ojos hacia Irina, que está mirándole fijamente - Te he hecho daño, y eso que no he llegado a nada. – vuelve a mirar hacia el suelo, clavando la mirada hacia un punto muerto.
Deseaba a esa chica como nunca había deseado a nadie. Ahora, que se arrepentía de lo que acababa de pasar, intentaría que no volviera a suceder.

Lo siento. – repitió de nuevo, sigue sin poder mirarla

- No pasa nada. – musitó con una cálida sonrisa, cogiéndole del mentón para que le mirase a los ojos. Pudo distinguir claramente la confusión, el perdón y los nervios en sus ojos marrones – Se que no lo hiciste con mala intención... – se bajó de la mesa en la que Chris la había sentado – Solo ha sido un calentón.

Y vaya con el calentón.



Irina sirve la cena en los platos calientes, que deja encima de los manteles individuales. Sabía que a pesar de que le había dicho a Chris que se olvidaran de aquella tontería, no tendrían el mismo trato. ¿Y qué trato? Si Chris la odiaba... y ella a él. Era basto, arrogante y creído. Que estuviera bueno era un tema aparte. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral. Chris era experto en tratar a las mujeres, y ella apenas sabía nada sobre el sexo. Ni pensar en acostarse con Chris. No, no, no. ¿Y si eso volvía a pasar? Intentaría evitarlo, aunque desearía que no fuera de esa manera. Irina y Chris deberían guardar las distancias.


- Cocinas muy bien... - comenta Zac rompiendo el hielo.

- Emm... ah... - Irina se sobresaltó – Gracias.

La grande sonrisa de la que ella era dueña se expandió por su rostro.



- ¿Es comida italiana, no?

- Sí, sí – se aclaró disimuladamente la garganta.
Chris no dijo nada en toda la cena.

Irina se sentía cómoda con unos ajustados bóxers cerrados de color negro. Con la cintura elástica satinada de un color grisáceo y el logo de la marca estampado a contraste. Aunque le hacían bolsa por delante...

Otra de las muchas cosas que delataban el tamaño de la masculinidad de Chris.

- ¿Y estás con alguien?

- No, no estoy con alguien ahora mismo – trató de sonreír.

- ¿Y Donovan? - quiso saber.

- Alex no es, ni era, ni será nunca mi pareja...

- ¿Pero te acostaste con él?
Irina se atragantó con su cortado. ¿Sexo? ¿Cómo se le ocurre hacer preguntas tan personales? Zac le miraba con sus ojos azules mientras ella intentaba tragar el alimento que se le había atorado en la garganta, sintiendo cómo le raspaba.

Intentó tragarlo y luego tosió cuando lo logró.

- No me acosté con Alexander – puso los ojos en blanco ante su insistencia – Yo...

Se dio cuenta entonces de que pronunciaría su ‘‘pequeño’’ secreto en voz alta, o lo suficientemente fuerte como para que la oyeran. Vergüenza, eso es lo que pasaría delante de dos hombres que se la comían cada vez más con los ojos. Expertos en la cama, seguramente.

- Yo no tengo tan mal gusto.

Los dos chicos rieron.

- Así me gusta – habló el joven que estaba a su lado, Chris - Nada de nada con Donovan... ni trato, ni hecho – sonrió – pero juraba que tú eras otra de sus ❝amigas.❞


Irina le miró mal, matándole con la mirada. Se levantó y arrastró sus pies hasta el pequeño cuarto que sería su habitación, el de invitados. Luego, se internó en el. Era de tamaño medio, ni tan grande ni tan pequeño. Ideal para ella. La cama estaba al otro extremo de la puerta, contra esquina; cerca de la ventana, y había un pequeño escritorio a lado derecho y un armario enfrente de la cama y del escritorio pequeño.

- Perfecto, la has cagado... hasta el fondo – masculló Zac.

Chris se encogió de hombros, algo cohibido.

Zac le observó retirar dos platos. Esperó a que él terminase y retiró el suyo también. Un hombre duro, pero nadie le quitaba el ama de casa que llevaba dentro.

Cuando terminó, caminó hacia la habitación de Irina, muy decidido. Estaba dormida. Tumbada con una pierna arqueada. Su propia camisa subida, dejando ver el plano vientre con el ombligo. Se acercó con silencio, por algo era agente secreto, porque sabía tener cuidado. La tenue luz de la lámpara resaltaba sus rasgos. Su pelo caía despeinado y natural por la almohada. Su piel blanca como la nieve, los párpados cerrados, la respiración pausada y calmada. La excitación volvió al ver toda la imagen. Se inclinó para olerla. Joder. Se subió con cuidado en el pie de cama y se quitó el jersey.

Demasiado calor.

Siguió avanzando, subiendo con sumo cuidado la camisa blanca que le había dejado hasta por encima del escote. Observó con cautela el sujetador negro, embobado, y nunca mejor dicho. Irina seguía plácidamente dormida. La pausada respiración hacía que los pechos subieran y bajaran rítmicamente.

Chris se tuvo que desabrochar los pantalones, no podía más. Si seguía así le quedaría la cremallera de los pantalones marcada de por vida. Sintió un gran alivio. Se inclinó, quería probarla entera. Quería que la suave piel de Irina se erizara por su culpa, quería que sus deseables pezones se erectaran a causa de su lengua. Tenía ganas, pero si hacia algo así, la despertaría. Se contuvo y la siguió observando. Bajó la mirada hacia el bóxer. Se colocó entre las piernas separadas de Irina. Quería acariciarlas, quería tocarla, toda. Rozó sus labios contra ese bóxer tan jodidamente conocido. Ahora impregnado de la feminidad, de la flor de Irina. Estaba duro, estaba más que eso.

Irina sentía la respiración de Chris. Hacía rato que sentía su presencia, no estaba del todo dormida, y eso la había acabado de despertar. ¿Qué haría? Ella se había dejado desnudar casi completamente. Chris le había echado un vistazo a sus pechos, y ella no se lo había impuesto. Estaba tan sumamente excitada que aceptaría cualquier cosa que Chris le ofreciera.

A él le vino ese dulce y fuerte olor de nuevo. Sonrió.
Excitada, caliente.
Eso fue la gota que colmó el vaso, Chris iba a correrse antes de follar. Sonrió de nuevo y miró la cara dormida de Irina. Volvió a inclinarse, deseaba con todo su ser saborear a Irina, hasta la última gota de ese manjar que emanaba de su pura feminidad. Le arrancó los bóxers, bajándolos con los dientes. Todo pasó tan rápido, que cuando Irina se dio cuenta, ya tenía la lengua de Chris paseándose, disfrutando, de arriba abajo por toda esa mojada hendidura.

28/12/13

Chapter 6: ACCEPT IT AND KEEP ON GOING.







Irina no pudo evitar morderse un labio.

- Me deseas – sonrió Chris– Deseas mi cuerpo, ¿verdad?
Chris era un creído. Un creído con el cuerpo de un Dios griego y la cara de ángel.
Se abren las puertas y la chica sale a toda prisa, desesperada por escapar. Chris no pudo evitar mirarle mientras caminaba hacia la salida. Tenía que salir de ahí. Cuando se tropezó con alguien.

- Perdón – murmura, aun con la imagen de Chris abduciendo su mente.

Levantó la vista avergonzaba y se encaró con la perfección en persona. Notó cómo la boca se me abrió lentamente y cómo los ojos le destellaron de encanto.

Un joven delgado pero fornido con una camiseta blanca, revestido de una excitante piel coloreada por un bronceado natural y de cabello castaño, un poco alborotado se situaba delante de ella.

- Vaya... - le sonrió, mostrándole la perfecta hilera de dientes blancos, deslumbrándola- Perdóname a mí, nena...- Irina bajó la cabeza para ocultar el traicionero rubor de sus mejillas.

Se atrevió a levantar la vista para mirarle de nuevo, era dueño de unos bellos ojos azules donde parecía que el mismísimo Picasso había creado una obra de arte en diferentes tonos de azul.

- Bueno, ya, ya... - Chris se puso entre medio- Él es Zac, un compañero mío, el cual me debe una muy gorda...- se quedó en silencio durante unos segundos. Clava su mirada en la de la chica- Y ella es Irina.

- ¿La de Donovan? – pregunta ahora sin el menor rastro de sentido del humor en su sonrisa.

- No tengo nada que ver con Alexander – Irina, puso los ojos en blanco ante su pregunta.



Tenía enfrente a un hombre salido del propio infierno y a otro caído del cielo. Los dos supuestos agentes de la misma agencia, con habilidades y fuerza bruta.

Zac se la quedó mirando, descaradamente.
- Alex se habrá puesto las botas – musitó centrando sus ojos en sus muslos desnudos.

- Zac... – le contesta Chris en un tono serio, neutro – ella dice que no ha tenido ninguna relación con Alexander.

- Vaya desperdicio – sonrió relamiéndose.

- ¡Llévame a mi casa!

Irina se recogió el pelo hacia un lado. La cremallera de la cazadora de Chris, se deslizó hacia abajo, dejando ver sus pechos cubiertos por el sujetador negro. Los dos hombres se la quedaron mirando.

Era un peligro, un verdadero peligro. Dos hombres que rebosaban de testosterona, con una sola chica encerrada en una casa.

- Será mejor que te calmes.

- ¿Tienes ducha? - preguntó, dejando escapar un suspiro.

- ¿Por quién me tomas? Por tener tengo hasta piscina – masculló Chris– Primera puerta a la izquierda. Ahora te llevaré las toallas y algo de ropa... - Irina miró el rostro de Chris, tan sensual como siempre- Con el cuerpo que tienes mi ropa le irá grande... Tendré que comprarte algo, aun no sabemos el tiempo que te pasaras aquí.
Irina se volvió a morder el labio, asintiendo levemente con la cabeza. Se encaminó hacia la ducha, lanzándole la cazadora a su propietario. Dejando ver un trasero deseable y unas buenas piernas, moviendo las caderas. Chris parece sorprendido, incluso nervioso. Esto le ponía, aquella chica lo excitaba, más de lo que pudiera llegar a pensar.
Chris fue a coger una de sus camisas viejas. También cogió unos pantalones cortos, aunque a Irina le irían como unos piratas. Una toalla de cuerpo.

- ¿Una ducha en medio de toda esta mierda? Eso es lo último que me gustaría hacer a mí en estos momentos de...

Abrió la puerta del baño, sabiendo que Irina ya estaba dentro de la ducha, con el agua tibia recorriendo su cuerpo. Chris pensó que no le importaba, había visto muchas, por no decir demasiadas, chicas desnudas en toda su vida, y ya no le sorprendía nada. O eso es lo que pensaba él antes de entrar en el cuarto de baño.

- Te lo dejo aquí. – dijo dejándolo encima del lavabo.

- Vale... - la voz de Irina parecía tan relajada y excitante que Chris no pudo evitar sonreír.

Levantó la tapa del váter, se bajó la bragueta del pantalón y se dispuso a orinar. Cuando Irina lo escuchó, deslizó la mampara opaca hacia la derecha y asomó la cabeza.

- ¿Qué haces? – quiso saber, molesta.

- ¿Orinando? – contestó con énfasis, y dejándoselo ver todo.

- Joder, no podrías esperar...

- ¿Y me meo encima, guapa? - Irina se ruborizó.

Sin querer discutir más se metió de nuevo, ocultándose tras la mampara. Chris se dispuso a salir, pero observó que la mampara de la ducha no cubría del todo, había un sitio que no cubría. Se apoyó en la puerta y observó a Irina enjabonándose. Estaba agachada, con todo su hermoso tresero desnudo a la vista. Chris no apartó la vista de ella.
Resiguió la mirada, por su estrecha espalda, por las torneadas piernas. Todo brillante por el agua. Jodidamente excitante, más que una película porno de Jenna Jameson. Irina se incorporó de nuevo. Echó champú en sus manos y empezó a frotarse el pelo.


- Joder... - masculló el moreno fijándose en su plano vientre, subiendo la vista hasta su rostro.

Chris sintió algo que nunca había sentido. Nunca lo había puesto, ni gustado tanto ver una mujer desnuda, y más, sin hacer siquiera nada. Su pene empezó a latir con brutalidad, se endureció contra los pantalones. Quería liberarlo, quería quitarse la ropa, meterse en su bañera con esa chica protegida y follarla sin compasión. Antes de hacer una locura semejante, Chris se retiró, ajustando la puerta, dejando que Irina se duchara tranquila. Ahora el problema era como iba a bajar aquella enorme erección, si lo que más le confortaría es que Irina se abriera de piernas para él, y solo para él, y dejara que se desahogara en sus entrañas, mientras ella gritaba su nombre una y otra vez, gozando como nunca, mientras él se hundía completamente en su torneado cuerpo.

- ¿Qué te pasa? – Zac rió al verlo tan agitado.

Chris suelta un jadeo ahogado en señal de respuesta. Siempre se lo contaban todo, hasta las aventuras con las tías.

- Hace mucho, mucho tiempo que no te veo ruborizado, amigo. – el rió aun más, cómo si su estado resultara graciosa.

- Hasta yo me sorprendo a mi mismo... – Chris meneó la cabeza para que se le fuera la tontería.

- ¿Entonces? ¿Has visto a una modelo de Victoria's Secret desnuda o algo así?

- Lo que he visto le da mil vueltas a esas modelos. – Chris le regaló una sonrisa de autosuficiencia mostrándome todos esos dientes blancos de tamaño mediano.

- No puede ser. - giró la cabeza, incrédulo.

- Asómate por la puerta del baño y lo compruebas tú mismo. – le sugirió.

- ¿Espiando a tu huésped?

- No es mi huéspeda, es un caso…

- Da igual… ¿te pone, eh? No está mal.

- ¿Qué no está mal? – espetó– Bueno, dejemos el tema…

- ¿Qué pasa? Siempre te gusta opinar sobre las chicas conmigo.

- Lo sé, pero no... - se quedó a la mitad de la frase, pero tuvo ánimo para terminar- de clientas, casos o testigos.

- Temes que pase lo mismo que pasó con Selena... – no fue una pregunta, fue una afirmación. Chris optó por no decir nada, eso mismo lo delató – No tiene por qué...

- Desde entonces... - suspiró, como si de pronto volviera a ver el recuerdo nítido en su mente y se perdiera en él, entonces le miró- he aprendido la lección, nada de acostarse con el trabajo.

- Tomate un descanso – musitó sin mirar el rostro de Chris- Lo necesitas. Y si no lo haces tú... – le sonrió– pronto me veras a mi entre sus piernas.
Zac se levantó, dándole una sonrisa y apresuró el paso hasta su habitación. Irina, apareció tras la reciente salida. Con su largo pelo húmedo, y con el jersey de Chris que le llegaba por encima de las rodillas.

- ¿Qué tal la ducha? – se atrevió a preguntar.

- Muy, muy bien... – contestó estirándose y mostrando algo más del muslo – Ahora estoy más calmada.
Pues, si supieras que tenso estoy yo, muñeca...
- ¿Tienes algo para beber?
Chris arqueó una ceja.

- Acabas de llegar aquí y, ¿ya pidiendo? – masculló.

Sus ojos azules brillan con altivo. Mierda, mierda. ¿Qué pretende? Se relame los labios. Su boca le… le desconcentra. Irina tragó saliva.

- Tengo sed... – ahora, tenía el rostro de una niña inocente- Y sé que no me quieres aquí. Es solo por tu… trabajo. Solo tienes que meterme en tu precioso coche y devolverme a la ciudad- al decir eso, algo se removió dentro de ella, algo que le hacía estar confundida. Ese tipo de confusión cuando no te explicas, el porqué las cosas que haces o dices.

 

- No haré eso. ¿Para qué? ¿Para que te maten? – emitió una sádica sonrisa – Entonces no cobraría por este caso.
Irina suspiró y se dirigió hacia la nevera.

- Te importo solo por el dinero ¿Cierto?
 



- No sabes el dinero que gano en mi trabajo, por algo tengo todo esto... – abrió los brazos – Y si tengo protegida a una chica como tu... - puso los ojos en blanco – Además, arriesgo también mi vida en este trabajo.

- Es lo que tú elegiste.
Chris la miró serio. Mal, frío, como él era. Nada de sentimientos, nunca.

- ¿Tienes que tener siempre la última palabra? – preguntó retóricamente.

- Si. – le contestó, enfadándolo, dando un trago a un zumo de naranja. Chris observó cómo se relamía los deseables labios.